miércoles, 23 de enero de 2019

el perro de las 30 latas

Había en la ciudad un perro vagabundo, todos en la ciudad lo conocían como el perro de las treinta latas.
Sin duda alguna este perro poseía la virtud de ser una leyenda viviente de la ciudad, pero tras su cola ausente y su pasado distante pesaba un recuerdo de angustia, dolor y tristeza.
Según cuentan los vecinos, el antiguo dueño del perro fue un niño de ocho años, el cual tenía en su mente una maldad que nadie podía explicar, los padres del niño, muy educados y trabajadores no entendían el por qué de sus comportamientos, había sido criado rodeado de lujos que otros niños de su misma edad codiciaban.
Este niño tenía ideas muy poco dignas de una persona normal, solo con contar la historia del perro de las treinta latas uno podría suponer que este niño era un desequilibrado.
La historia del perro pudo haberse tomado como una simple travesura, pero no, el inocente perro fue perseguido por latas de gaseosa atadas al tronco de su cola, días y días corrió el perro perseguido y al final su condena terminó cuando al huir de sus perseguidoras enganchó la piola que unía su cola y las latas, es así como llega el fin de sus perseguidoras y de su cola, desde ese día se lo conoce como el perro de las treinta latas, aunque el niño en su momento decía que solo era una lata que le había atado al perro, como castigo de haber mordido sus juguetes, aunque la historia del niño jamás la hayan creído ni sus propios padres ni los niños que encontraron la cola del perro con treinta latas atadas a ella.

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